"El amor nunca deja de ser;" 1 Corintios 13:8

 

Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado.

 

El dinero era escaso en esos días por lo que explotó en furia, cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de Navidad. Sin embargo, la niña le llevó el regalo a su padre la siguiente mañana y dijo:"Esto es para ti, Papito". El se sintió avergonzado de su reacción de furia, pero éste volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía. Le volvió a gritar diciendo: "¿Qué no sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?" La pequeñita volteó hacia arriba con lágrimas en los ojos y dijo: "Oh, Papito, no esta vacía, yo soplé besos adentro de la caja, todos para ti, Papi".

 

El padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su niña y le suplicó que lo perdonara.

 

Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama y por años, siempre que se sentía derrumbado, él tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí.

 

En una forma muy sensible, cada uno de nosotros los humanos hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de nuestros hijos, amigos, familia o de Dios. Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que esta.

 

Dios quiera y aprendamos a valorar el amor que tenemos junto a nosotros, aun cuando no lo vemos debemos recordar que esta ahí. El principal amor es el de nuestro Señor Jesucristo.

 

¡Dios les bendiga!

Amén