"Yo lo vi, la gente se aventó desde las ventanas de más arriba, ¡Era horrible! Cuando chocó el primer avión, nosotros no nos dimos cuenta, pero el dueño entró gritando en inglés que teníamos que salir a la calle".

 

"Salí a la calle y vi que había mucho humo negro en uno de los gemelos y justo cuando estaba viendo hacia arriba vi claro cuando el otro avión se estrelló; era claro que quería chocar con la torre, no lo podía creer, creí que estaba soñando".

 

"Había mucha gente herida en las calles, tenían sangre o estaban con la ropa negra y venían de pisos muy arriba; como del ochenta y tantos. Yo creo que mucha gente se murió, porque se confió y no salió de las torres. Después de que chocó el primer avión en el segundo piso dijeron por las bocinas a los empleados que no salieran a la calle y que se mantuvieran en sus asientos"

 

Este testimonio de Enrique Rojas es uno de los tantos que de esta dramática tragedia se están contando. Hasta el día de hoy yo no puedo creer que todo esto haya pasado, que murieran tantos miles de inocentes tan cruelmente; pero los tiempos están cambiando y nos aventuramos tal vez a un camino sin retorno donde la guerra y la venganza cegarán más vidas y acabarán también con muchos inocentes.

 

Lo acontecido en Nueva York y Washington a marcado a la humanidad entera y queda para la historia, pero las palabras de Enrique son importantes: Alguna gente no salió porque le dijeron que no había peligro y se confió aunque las torres en minutos se iban a venir abajo y cuando esto finalmente sucedió, ya fue demasiado tarde para ellos.

 

No es posible que por confiar en la estructura de un edificio, no corrieran afuera para salvarse, pero así sucedió y tristemente no viven para contarlo. Exactamente algo así está pasando en nuestro mundo; Dios nos advierte del peligro, que es tiempo de abandonar los caminos torcidos del mal, pero la mayoría hace caso omiso; confían en que nada va a pasar, que pueden hacer y deshacer sin ninguna consecuencia; pero el llamado es urgente, no queda mucho tiempo, el edificio humano está seriamente dañado y caerá aplastando a quien se niegue a abandonarlo.

 

El gran día del juicio se acerca y hoy Cristo nos ofrece perdón y salvación; sólo usted decide que hacer con su vida, pero de la decisión que tome dependerá lo que le pase. Por favor escuche la voz del señor y vuélvase a Dios, no sea indiferente a su mensaje, porque hoy Él es misericordioso y compasivo pero mañana será su juez y no habrá escapatoria ni salvación alguna.

 

Salvarse es muy fácil, sólo tome el camino del arrepentimiento; pero perderse también, sólo quédese igual y le alcanzará su maldad.

 

¡Dios les bendiga!

Amén