"Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero." 1 Tesalonicenses 4:16.

 

Jeremías nació con problemas en su físico, con problemas de entendimiento, y una enfermedad crónica que estaba matando poco a poco su joven vida. Aun así, sus padres habían intentado darle una vida lo más posible normal y lo enviaron a la Escuela Primaria.

 

A la edad de los 12, Jeremías estaba en el segundo año, al parecer inhabilitado para aprender. Su maestra Doris, siempre se desesperaba con él. El se retorcía en su silla, se le salía la saliva de su boca y hacia unos gruñidos. Algunas veces el hablaba tan claramente como si un rayo de luz penetrara a su oscuro cerebro. Pero la mayoría del tiempo sin embargo Jeremías hacia sentir mal a la maestra. Un día ella llamó a sus padres y les pidió que vinieran a la escuela para hablar con ellos acerca de Jeremías. Mientras que los padres se sentaban lentamente en el salón vacío Doris les dijo: Jeremías realmente debería estar en una escuela especial para niños con problemas de su tipo, no es justo para el estar con unos niños que no tienen problemas de aprendizaje, además hay una gran diferencia de edad entre él y ellos.

 

La mamá de Jeremías comenzó a llorar, mientras que su esposo hablaba: "no hay una escuela de ese tipo cerca de aquí. Sería una gran tristeza para Jeremías si nosotros lo sacamos de esta escuela, nosotros estamos seguros que a él le gusta estar aquí."

 

Doris estuvo sentada por un largo tiempo después de que ellos se fueron, mirando fijamente por la ventana la nieve. Lo frío de ese día parecía entrar hasta su alma. Ella quería no ser tan dura con ellos. Después de todo, Jeremías solamente tenía una enfermedad crónica, pero no era justo mantenerlo en su clase. Ella tenía 18 alumnos para enseñarles y Jeremías era una distracción para ellos, además él nunca aprendería a leer ni a escribir. ¿Por qué perder el tiempo intentándolo?

 

Mientras que ella reflexionaba la situación, de repente sintió un sentimiento de culpa sobre ella." Oh Dios," ella dijo: "¡aquí estoy yo quejándome cuando mis problemas no son nada, comparándolo con esta pobre familia! Por favor ayúdame a ser más paciente con Jeremías."

 

Así que después de ese día ella se esforzó para ignorar los gruñidos de Jeremías y de su mirada pérdida. Un día Jeremías cojeando fue hacia el escritorio de la maestra, arrastrando su piernita mala detrás de él. Acercándose a ella le dijo: "TE AMO" y lo dijo tan alto que todos en la clase lo oyeron. Los demás niños comenzaron a reírse disimuladamente. La cara de Doris se puso roja de vergüenza y dijo tartamudeando: “eso es muy bonito, Jeremías pero anda y vuelve a tu silla por favor”.

 

La primavera se acercaba y los niños emocionados hablaban de la pascua. Doris les contó la historia de Jesús y les hablo de la nueva vida en la venida de la primavera. Ella les dio a cada uno de los niños un huevo de plástico grande. Ella les dijo: “Quiero que se lleven este huevo a sus casas y me lo traigan mañana con algo adentro. Que muestre nueva vida. ¿Entendieron todos?” “¡Sí! ". Los niños respondieron emocionados. Todos menos Jeremías, él solamente escuchó atentamente y sus ojos nunca se apartaron de la cara de la maestra. Curiosamente él no había hecho sus extraños gruñidos. ¿A caso había él entendido lo que ella había dicho acerca de la muerte y resurrección de Jesucristo?  ¿Acaso el entendió la tarea que la maestra les pidió para mañana? Debería la maestra llamar a los padres de Jeremías y explicarles la tarea con el huevo.

 

En esa tarde, el lavabo de Doris se tapó. Ella le hablo al propietario de la casa y tuvo que esperar una hora para que llegara y lo destapara. Después de eso ella tenía que ir hacer unas compras, luego planchar una blusa y preparar un examen de gramática para el siguiente día. Ella olvido completamente llamar a los padres de Jeremías.  En la siguiente mañana, 19 alumnos vinieron a la clase, sonriendo y hablando mientras ellos ponían sus huevos a un lado del escritorio de la maestra en una canastilla de tela. Después de que terminaron la clase de matemáticas, era tiempo de abrir los huevos.

 

En el primer huevo Doris encontró una flor, "Oh si", una flor es una señal de nueva vida". Cuando las plantas comienzan a salir sabemos que la primavera esta aquí. Una pequeña niña levantando su mano decía "hey ese es el mío" El siguiente huevo tenía una mariposa de plástico la cual se miraba real.  Doris la levantó y dijo: “Todos nosotros sabemos que la oruga cambia y crece y se convierte en un linda mariposa y eso es una nueva vida también”. La pequeña Judith orgullosamente gritaba ese es el mío. El siguiente huevo había una piedra con moho. Ella explicó que el moho significaba también una nueva vida. Juan gritaba desde atrás del salón "mi papá me ayudó, él me dirigió".

 

Entonces Doris abrió el cuarto huevo. Ella se sorprendió. ¡El huevo estaba vacío! Ella pensó: "seguramente este ha de ser de Jeremías y pues claro él no entendió las instrucciones".  Si tan solamente no hubiera olvidado hablar a sus padres para que le explicaran a Jeremías. Ella para no avergonzar a Jeremías despacio puso el huevo a un lado del escritorio e iba a sacar otro huevo. Cuando de repente Jeremías habló alto "¿No va hablar de mi huevo maestra?". Doris le contestó, "¡pero Jeremías tu huevo está vacío!"  Jeremías mirando fijamente a los ojos de la maestra dijo suavemente: "¡si pero, la tumba de JESUS ESTABA VACIA también!".

 

El tiempo como que se detuvo antes de que hablara la maestra de nuevo. Doris le preguntó: “¿Tú sabes porque la tumba estaba vacía?". "Oh si!"  Jeremías exclamó. "¡Jesús fue crucificado y puesto en una tumba y su Padre lo resucito!"

 

La campana de receso sonó. Mientras los niños salieron corriendo al patio, Doris comenzó a llorar. Un escalofrío comenzó a estremecerla completamente.

 

Tres meses después Jeremías murió.

 

Todos aquellos que estaban y que habían visto el funeral estaban sorprendidos de ver 19 huevos arriba de la tumba de Jeremías, todos ellos VACIOS.

 

¡Dios les bendiga!

Amén